SABER ES UNA FORMA DE PODER

viernes, 26 de marzo de 2010

Aquí y allí. Ni aquí ni allí.

Llevo varios días en Navalmoral, pero no sé muy bien dónde ando. Mi cuerpo sin duda está aquí, porque mis pies pisan suelo extremeño, pero no tengo ni idea de dónde anda mi cabeza. Por las noches despierto y necesito unos minutos para adivinar dónde estoy: en mi cama, en mi habitación, en mis pequeños metros cuadrados, en mi mundo.

Llevo varios días en Navalmoral, pero mi cabeza sigue en Nicaragua. Es esta experiencia única de la que me está costando reponerme y de la que no soy capaz de desconectar. Llevo varios días trabajando también, pero lo hago sin pensar, es pura inercia.

Por otro lado, el dolor de mi pie (no lo conté, pero me picó una raya en el mar de Ostional y tengo un recuerdo físico de aquella anécdota y también una experiencia inolvidable como bien saben Bea, Mª José, Laurina, Oliver, Sergio e Irvin) continúa y cada vez que lo miro y lo toco mi cuerpo regresa al Pacífico. ¿Cómo seguir adelante entonces?



El encuentro de mañana en Baños será estupendo, no tengo dudas, pero será un obstáculo más para poder continuar con mi vida anterior (con la que no estoy segura querer continuar). Espero que los reencuentros de Semana Santa con la gente a la que quiero sirvan de bálsamo que apacigüe. Sólo eso, que apacigüe, porque no quiero borrar. La vida sigue. El camino no se ha detenido, pero espero tener nuevos compañeros de viaje. Confío en ello.


Si el volcán Maderas quedó huellas en mí, no fue menos el paso por Ostional. Una comunidad situada al sur del país (casi en la frontera de Costa Rica) en la que todos nos sentimos como en casa. De hecho, todos estuvimos en nuestras propias casas y con nuestras familias. Aquel baño en una playa auténticamente virgen, a la que llegamos en barca fue inolvidable. También las estrellas dobladas o luciérnagas azules que quisieron aparecer al final del viaje. O las tortugas. Y la comida de María, buenísima. Y el café de Blanca. Y tantas cosas más.... como nuestro amigo el poeta (¡correcto!, ¡correctísimo!, lo siento no recuerdo su nombre).


Entre La Magdalena y Ostional estuvo de nuevo Ticuantepe y su inauguración (ya puedo decir que he plantado un árbol en mi vida), con esos bailes que nos echamos a las 12 de la mañana como si fueran las 12 de la noche.

¿Después? La eterna despedida, porque el viaje de regreso duró más de cuatro días. La salida en Moods (creo que se escribe así), las despedidas de Rigo y Jairo (nuestros inseparables compañeros), el viaje hasta Costa Rica todos completamente dormidos, de nuevo el Gran Hotel Costa Rica y la recepción de sangría en el teatro (jeje), el Castro's y sus bailes, el mercado, las últimas compras, la última Toña.... El aeropuerto.....



Y otra vez el aeropuerto. El avión. Las maletas. La camioneta (era azul y no lo conducía Rigo, sino Santos). Primera parada: Sergio. Ya no había escapatoria. Estábamos aquí (y aquí sigo) y ya no hay vuelta atrás. Segunda parada: Mª Ángeles (mi madre y yo): un abrazo de reencuentro, pero tres abrazos de despedida (mejor dicho, de hasta luego). Los kirikis, las miradas y los abrazos, las risas y las sonrisas, las lágrimas en estado de espera, la ropa sucia y la piel agrietada... ¿volverá todo esto? Espero que sí. Cuento con vosotros.





1 comentario:

  1. Una Manta Raya, un cerdo, una toña bien fría, un rótulo de RON Flor de CAÑA y Sergio con tres lindas mujeres ¡VIVA NICARAGUA!

    Mª Ángeles inolvidables días y que gustazo el poder conocerte y leer lo que escribes que me encanta.

    No se si aquí, ni ayá, allí, bien no se, pero me encantaría verte nuevamente.

    Un beso y un abrazo inmenso como el concepción

    ResponderEliminar